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miércoles, 4 de febrero de 2009

El Tigre, Eduardo Lizalde

Óigame usted, bellísima,
no soporto su amor.

Míreme, observe de qué modo
su amor daña y destruye.

Si fuera usted un poco menos bella,
si tuviera un defecto en algún sitio,
un dedo mutilado y evidente,
alguna cosa ríspida en la voz,
una pequeña cicatriz junto a esos labios
de fruta en movimiento,
una peca en el alma,
una mala pincelada imperceptible
en la sonrisa...
yo podría tolerarla.

Pero su cruel belleza es implacable,
bellísima;
no hay una fronda de reposo
para su hiriente luz
de estrella en permanente fuga
y desespera comprender
que aun la mutilación la haría más bella,
como a ciertas estatuas.

Eduardo Lizalde, "El Tigre"