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martes, 23 de noviembre de 2010

¿Porqué ya no voy al cine? Parte II

El viernes pasado fui a ver la película de Harry Potter al Cinemex que se encuentra cerca de la Alameda Central en la Ciudad de México. Compré palomitas, nachos y chesco para compartirlos con Bombón. Llegamos temprano a la sala para escoger buenos lugares. Todo sucedía conforme al plan hasta que unos cinco minutos antes de que empezara la función llegó una señora con su hijito en brazos y su dotación respectiva de snacks. Hasta ahí todo estaba bien. Empezando la película y debido a que el audio de la misma estaba muy alto el niño se despertó y comenzó a llorar durante los próximos 25 minutos. ¡Puta Madre! Exclamé. La vez pasada me tocaron unos nacos en la sala y ahora un niño chillón.

La culpa no es de la señora, la culpa es del cine que por vender un boleto más no piensa en el bienestar de sus demás "invitados" (digo invitados, por que eso es lo que la cadena nos dice que somos para ellos) Era obvio que el chamaquito no estaría agusto y menos en una sala con el aire acondicionado prendido y el sonido tan alto de la película.

Una vez más gana las películas vistas desde la comodidad de mi cuarto ya sean éstas rentadas o compradas