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lunes, 14 de enero de 2013

Django


Las películas de Quentin Tarantino siempre refrescan la vista del espectador. Es sabido que la sangre es parte de ellas como el aire que se respira. Los cuerpos de la gente a la que se le dispara cae de una manera más certera y con movimientos más naturales y no tanto como lo que nos presentan en Hollywood. Cuerpos sin chiste y caídas milimétricamente establecidas. El cine de Quentin es más real.

Django es un esclavo negro de finales del siglo XIX. Fue comprado en una subasta de negros y separado de su esposa. Una buena noche el Dr. King Schultz lo encuentra a él y a sus esclavistas en medio del bosque de invierno. Schultz es caza-recompensas y es necesario que compre a Django ya que él h trabajado en una plantación donde se refugian tres hermanos por los cuales se ofrece una buena cantidad de dinero. El Dr. King conoce sus nombre pero no sus caras y Django sí. Es fácil adelantarnos en el guión y saber que los esclavistas no darán su brazo a torcer y que la sangre no tardará en llegar.

El guión que está nominado al Mejor Guión original  para el premio Oscae. Es de los más sencillos que he visto en la pantalla y es ahí donde radica su complejidad. La historia se puede reducir a que trata de un escalvo que es liberado por su amo, juntos cazan recompensas y por último el esclavo es ayudado para recuperar a su esposa. Entre toda esa aventura vemos los conflictos ante los que se enfrentan, las balas, la sangre, las reacciones de los actores que bajo la mano de Tarantino nos muestran otra faceta que no vemos en sus demás películas y que estoy seguro no veremos en películas futuras.

En ciertos puntos la sentí lenta pero ya al final explota de manera interesante digna de ser vista más de una vez. 

Ya por último les digo que Christoph Waltz no solo es un actor sino un actorazo.