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domingo, 17 de mayo de 2009

Ley de Lavoisier

Domingo en la mañana. Acabo de terminar un libro. Listo y contento para empezar el siguiente. Este año he terminado tres libros, empiezo el cuarto. Uno más y llegaré a la cifra de cinco. Libristicamente seré un europeo, un Español para ser precisos, según las estadísticas de...de... pues de la organización que cuenta los libros que lee una persona al año, cinco es el promedio de los españoles pero mi emoción se acorta al saber que quedaré lejos de los 10 o 15 que leen los finlandeses, franceses, suizos, etc. La mayoría donde el frío es abundante y solo queda dos cosas por hacer, escogen lo primero. No entiendo por que. De seguro el frío quita las ganas.

Juzgo un libro por su tapa. Juzgo a las personas por lo que hablan, la mayoría de las veces no me equivoco he logrado crear un sistema ágil y preciso. Como todo buen sistema a veces tiene algunas fallas que es preciso corregir, pero eso llega a pasar muy de vez en cuando.

En la tele aparece un tipo que por el solo hecho de verlo sé que es inteligente. No me equivoco. Perfectamente ordenado en su vestir, excelente posturas ante las cámaras. Dice palabras que encantan. Habla de temas que no sabía que me gustaban, comenta, acierta no rebate - concilia. Me encanta. Mi veredicto después de haberlo seguido un par de meses es : Me gustaría leer algo que él escriba.

Lo he seguido en su blog, me fascina.

Un viernes por la noche me lo encuentro en un programa de otra cadena televisiva, Presenta su libro.

Sé que es lo que quiero comprar el día de mañana.

Ese día llega y compro más libros y del autor nuevo que estoy por conocer.

Ya pasó un mes del día que fui a ala librería, empecé otro y lo termino. Ahora empiezo a leer el nuevo. Me sorprendo. No lo puedo creer. NO ENTIENDO NADA. En el libro abundan más las notas a pies de página. Odio eso. Es como un coche que se apaga en cada alto. Como una relación de novios donde todo el día es amor y caricias y antes de despedirse empiezan los problemas.

Me desilusiono de leer 20 hojas de prólogo y buenos deseos. CHISTES inteligentes que los amigos del dedican al autor. En los primero cinco minutos hago el libro a un lado y comienzo otro.

Desilusionado sé que este libro lo tendré que leerlo despacio, con tiento, deteniendome en cada una de las notas a pie de página, será un camino áspero, que necesitará de días y paciencia. Sería más sencillo DEJARLO, no puedo. Me molesta dejar un libro a medias, creo que se burla de mi.