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martes, 19 de mayo de 2009

Un respiro

Se murió un poeta cursi. Más cursi que la cajeta de fresa. Se murió un poeta de fácil lectura y complejo entendimiento. La cursilería sólo esta permitida a los que se aman.

Durante un buen tiempo pensé que la poesía de Mario era una perfecta medición para saber que tan enamorado uno se encontraba. Quien odia la miel se cree inteligente y profundo. Ahora no me gusta la miel me da un miedo terrible quedar abrazado.

Hago un recuento en mi mente para encontrar que poema es el que me abrió la puerta a su poesía. Busco también como llegué a su primer novela. Los recuerdos los tengo más vividos y puedo asegurar que eso sucedió hace 11 años.

Espero las antologías, los homenajes que no lo dieron en vida y los premios post mortem. A algunos fans de escritores ya muertos o por morir, les molesto o molestará que se les haga justicia ya muertos. A mí no me molesta. Aunque me declaro fan de él sé que es muy difícil entender la complegidad de la obra o el carácter o mejor dicho la visión de Mario para que lo entienda el departamento de creadores de premios y homenajes.

Pongo un ejemplo.

Me encantaba escribir y las libretas. Tuve una novia que lo sabía por dos o más años. El día que nos despedimos para siempre, se le ocurrió regalarme una libreta hermosa. Es mi regalo de consolación, pensé. La regresé por que ese recuerdo lejos de gustarme me quemaría el alma. Que escribo en algo que me recuerda al sufrimiento. Ella no entendía, no la culpo.
Es por eso que no culpo los excesivos homenajes.