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jueves, 27 de octubre de 2011

Caracolitos


Cuando empecé mi relación con Bombón eras los primeros días de Octubre. Por esas fechas llovía con regularidad y terminando de llover, de entre la yerba, salían a caminar demasiados caracolitos. El problema es que salían de noche y nadie los veía y todos los pisaban. La primera vez que pisé uno sentí horrible. El caparazón tronaba debajo de mi teni; una sensación de escalofrío me recorrió, me sentí culpable. Si alguna vez les ha dolido una muela recuerden ese dolorcito puntiagudo que no es tan intenso pero es constante y parece un martirio, así sentí. Desde ese día me prometí que quitaría del camino principal a todos los caracoles que encontrara. Lo he cumplido. No se cuantos caracoles he levantado de el camino dejándolos en el pasto. Puedo decir que son cientos.


Cada vez que dejo a Bombón en casa y ha llovido, camino cabizbajo buscando caracolitos y los salvo de morir triturados. Me he encontrado con varios de diversos tamaños y me han sorprendido unos muy pequeños, de apenas un centímetro y medio.


En la foto ustedes ven cinco que salve el fin de semana pasado.