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lunes, 28 de mayo de 2012

Aquellos poemas de computadora

Por el año 1999 me prestaron una laptop. En sí no era que me la prestaran; la tomé sin permiso y me la llevé a mi casa. Cuando la prendí,  lejos de hacer la tarea lo que hacía era escribir poemas. De las pocas semanas que me pude quedar con la lap nació algo que llamé poemas de computadora. Se trataban de 25 hojas aproximadamente en las cuáles había escrito como tres o cuatro poemas por hoja y con mi gran inventiva decidí bautizar ese libro como Poemas de Computadora. La musa de aquellas composiciónes se llama Rocío o  eso creo.

Llegaba de la Universidad y comenzaba a escribir lo que me cruzara por la cabeza. Al final de esa jornada volvía a leer los textos y los ordenaba y corregía una que otra cosa por si acaso. La intención era que después de juntar un buen material imprimiría las hojas y se las entregaría como un regalo.  Pero todo se quedó en mera intención por que un día la vi de la mano de un tipo y y no escribí más.

Lo que me queda de esa experiencia es el camino que trazé. Es decir. Aunque el fin era entregarle algo a ella la experiencia que sentía cada vez que me sentaba y comenzaba a teclear era única. Sentía que un río cruzaba por mi cabeza y las palabra salían volando por las yemas de mis dedos. Tenía que escribir más y más rápido por que el río era inagotable y en ocasiones brotaba con más fuerza.  Eso es con lo que me quedo.

Todo esto lo escribo por que ahora que tengo una Mac, me siento frente a ella y no sale nada. Un círculo sin sentido. Imagino que mis versos viven en un lugar muy árido que no les permite navegar con cierta fluidez.