Nacido el 31 de marzo de 1914, el
poeta, ensayista y diplomático que murió el 19 de abril de 1998 es “una
lectura permanente en español y frecuente en otras lenguas; cualquier
lector alerta descubre el estímulo fervoroso de su agudeza”.
El
catedrático de la Universidad de Brown destaca la vigencia de “su
formidable condena del canibalismo en la vida cultural mexicana; así
como su defensa de la poesía como demanda de certeza y de integridad
entre los oficios del discurso. La ética, nos enseñó, no es la buena
opinión que tengo de mis actos, ni mucho menos la condena de los otros:
es el lugar que el otro ocupa en mí”, explica en entrevista.
A 15 años de la desaparición física del autor de El laberinto de la soledad,
el especialista en literatura latinoamericana dice que “lo más actual
son sus textos donde la poesía y el ensayo se atraen, se encienden y se
funden; es el caso de El mono gramático y Corriente alterna”.
El
narrador peruano destaca que lo que hace falta ahora, para las nuevas
generaciones, es un reordenamiento editorial de sus libros. “Se
requieren muestras accesibles de su trabajo, que es de una continuidad
desplegada, continua y amistosa”.
A la pregunta de cómo
redimensionar el legado del también dramaturgo, el escritor y estudioso
de su obra Víctor Manuel Mendiola responde: “Comprendiendo claramente
que Paz como Borges iniciaron precisamente el siglo XXI en la segunda
mitad del XX, su poesía crítica, su desconfianza de la absolutización de
las vanguardias y su profundo conocimiento de las tradiciones ocultas
los hizo, desde los años 50 o 60, escritores del siglo XXI”.
El autor de El surrealismo de Piedra de Sol, entre peras y manzanas
añade que los escritores jóvenes sí están leyendo a Paz, pero lo están
haciendo mal. “Es decir, muchos no se dan cuenta cabalmente que en Paz
hay una modernidad indudable y, a la vez, el desarrollo de la gran
tradición de la poesía en lengua castellana. Es un poeta vanguardista y
al mismo tiempo clásico”.
Mendiola adelanta que trabaja en un
libro que reunirá diversos ensayos que ha escrito sobre el poeta. “Son
textos que me permitieron comprenderlo. Él era un poeta crítico, un
poeta que pensaba el mundo, que lo afirmaba pero también lo negaba. Es
un ejemplo a seguir; pero no para repetirlo, sino para aprender de él
que el mejor homenaje es la critica”.
Para el escritor y crítico
literario Adolfo Castañón, al asomarnos a la obra de Paz e intentar
valorarla nos estamos mirando al espejo. “Ese es precisamente el valor
explosivo de su obra. Nos invita y apremia a encarar el mundo, la
historia, las relaciones, el arte, el amor, la política, bajo la luz de
la poesía, la critica y el lenguaje. De ahí que debamos más bien tratar
de ver nuestras valoraciones desde esa óptica porvenir que es la de
Octavio”.
Agrega que su pensamiento está más vigente que nunca.
“El arcoiris de cifras que cubre el nombre de Paz es amplio y rico. No
se reduce a México o a la América Hispana, incluyendo a España. Cubre
los países de tradición latina y sajona, y más allá, los de Asia. La
difusión, propagación y diseminación de Semillas para un himno
no sólo depende de una voluntad individual o colectiva. Creo que lo que
hace falta son nuevos buenos lectores o redescubrir las lecturas hechas
antes con otra mirada”.
El FCE, informa su gerente editorial Tomás
Granados, acaba de publicar dos novedades editoriales que echan luz a
la inabarcable obra paciana: Octavio Paz: El poema como caminata, de Hugo Verani, con una presentación de José Emilio Pacheco; y Octavio Paz en la deriva de la modernidad. Siete ensayos,
de Jacques Lafaye. “Junto con Alfonso Reyes, es el autor más importante
de nuestro catálogo. Sin duda, el libro que más se vende es El laberinto de la soledad”,
comenta quien planea publicar para 2014, en el centenario de su
natalicio, una iconografía. “Paz fue fotografiado desde muy joven,
siempre en compañía de otros intelectuales y artistas. Un recorrido
visual de su vida es una mirada a la cultura del siglo XX”.
Hoy, la Casa de América en Madrid inaugura el ciclo literario Premios Nobel latinoamericanos, que rendirá un homenaje a los seis escritores de América Latina premiados con el máximo galardón de las letras.
Su premio ha tenido una difícil trayectoria
El
camino que ha recorrido en su primera década de vida el Premio
Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo ha sido difícil, debido a
que no ha logrado consolidar la fuente de su financiamiento.
El
galardón dotado con cien mil dólares, que se otorgó por primera vez al
poeta chileno Gonzalo Rojas, el 31 de marzo de 1998, no ha podido
mantener su entrega anual a falta de una certeza financiera; pero ha
sobrevivido a los avatares.
Lo han recibido, además de Rojas,
Haroldo de Campos, Tomás Segovia, Blanca Varela, Juan Goytisolo, José
Emilio Pacheco, Eugenio Montejo, Pere Gimferrer y el compartido por
Ramón Xirau e Ida Vitale.
Después de enfrentar varios problemas,
Marie-José Paz instauró la Fundación Amigos de Octavio Paz, presidida
por ella, que hasta la fecha ha conseguido el monto del galardón. Esta
difícil tarea se reflejó en que el premio anunciado en 2004 a Montejo se
le entregara hasta agosto de 2005, año en que no se anunció al nuevo
ganador.
Fue hasta noviembre de 2006 cuando se dio a conocer a
Gimferrer como el premiado de la octava edición; y los ganadores de la
novena se anunciaron hasta noviembre de 2009, Vitale y Xirau, quienes lo
recibieron en 2010.
Debieron trascurrir dos años para que se
reactivara este importante reconocimiento que hoy se entrega al filósofo
español Fernando Savater (1947).