Durante más de diez años, “La dichosa palabra” ha sido un referente en
la televisión nacional tanto por ser una alternativa cultural innovadora
en la televisión, como por el ágil manejo de sus conductores al ofrecer
datos precisos sobre el ámbito literario (primordialmente) y cuestiones
relacionadas al mundo de las letras.
Si bien el formato del programa es como el de cualquier foro de
panelistas, los productores han logrado que se asemeje más a una charla
entre amigos que a un producto televisivo.
Esto ha logrado que “La dichosa palabra” goce de cierta popularidad
entre el público, que envidian todos los proyectos de difusión cultural
en el país, lo cual es un gran acierto por parte de Canal 22.
El pasado 27 de octubre, bajo el marco de la Feria del Libro en el
Zócalo y como en múltiples ocasiones ha sucedido, “La dichosa palabra”
se transmitió desde un lugar público, con una audiencia presente y
totalmente en vivo. El programa se encaminaba a una emisión típica sin
contratiempos, hasta que un grupo de personas comenzó a gritar consignas
contra uno de los conductores, Nicolás Alvarado.
“Asesino”, “un intelectual no trabaja en Televisa”, “vendido”, son
ejemplos de las cosas que le gritaron a Alvarado, quien trató de
continuar la transmisión del programa con normalidad mientras sus
compañeros también simulaban la situación que a todas leguas incomodaba.
El propio conductor se ha expresado en múltiples medios sobre lo
ocurrido, tanto en video como por escrito en los espacios donde
regularmente colabora. Obviamente, más que presentar queja alguna o
molestia, se cuestiona por qué él debe ser objeto de una protesta
política cuando solamente es un periodista cultural. Sabemos por la
misma columna que al finalizar el programa tuvo que ser escoltado ya
que, al parecer, este mismo grupo había manifestado estar esperándolo
para “enseñarle una lección”, que seguramente no estaría relacionada con
algún género literario.
Honestamente, y si lo quieren ver, a título muy personal, no entendemos
el meollo de la “protesta”. ¿Acaso el colaborar con una empresa de
difusión internacional se ha convertido en un “pecado”? Podremos estar
de acuerdo en lo cuestionable de sus contenidos, de sus prácticas y de
la influencia (negativa, sí, en muchas ocasiones) que genera no sólo en
los medios de comunicación, sino en la población en general. Pero,
¿llamarlo asesino?
Volvamos al tema. Nicolás Alvarado es uno más de los muchos
intelectuales que han colaborado con el medio. El propio periodista ha
mencionado a Octavio Paz, Juan José Arreola, Carlos Monsiváis y la misma
Elena Poniatowska. Incluso ha dicho que ha cuestionado públicamente (y a
través del mismo medio) a candidatos, figuras públicas y emisiones de
la televisora, por lo que resulta incongruente tratar de asociar su
trabajo con todo aquello que represente Televisa.
Si algún día Nicolás
Alvarado aparece en “Bailando por un sueño” o dando notas de
“espectáculos”, ese mismo día podremos cuestionarlo. Pero hasta el
momento, su trabajo en Foro TV es el mismo que en todos los medios en
donde colabora: el periodismo cultural.
Insistimos, si en algún momento Alvarado se hubiera pronunciado
totalmente en contra de la televisora, estaríamos de acuerdo en que su
conducta y su perfil profesional serían totalmente cuestionables, puesto
que estaría “comiendo de la manzana podrida”, como bien decían por acá
en la oficina.
El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Un lugar común,
si quieren; pero no por ello incierto.
El ejercicio periodístico de
Nicolás se ha caracterizado por ser distinguido, culto y en ocasiones
rebuscado (porque también se vale criticarlo), pero en ningún momento
nos ha parecido incongruente o a favor o en contra de algún movimiento,
empresa, persona o lo que sea. Finalmente, la crítica y el análisis
literario son de los géneros más ingratos, puesto que nadie es “monedita
de oro” para caerle bien a todos. Pero dudamos que los protestantes lo
fueran por no estar de acuerdo en sus comentarios respecto a literatura.
Finalmente, si la intención de los protestantes era boicotear a Televisa
y a uno de sus “empleados”, se les olvidó que el programa que se estaba
realizando era para el Canal 22, y no para Foro TV, por lo que
terminaron saboteando una de las pocas emisiones culturales de calidad
que se tienen en los canales que no son de la televisora de San Ángel.
A manera de conclusión, nunca estaremos de acuerdo en que se busque
agredir físicamente a un periodista o comunicador simplemente por
realizar su trabajo. Tampoco estamos en contra de que la gente proteste
contra lo que quiera, pero ojalá se logren protestas mucho más
sustanciales tanto en fondo como en forma.
Como siempre, la opinión más importante es aquella que ustedes emitan.
En el ejercicio llamado “libertad de expresión”, todas las voces suman.